Hace un tiempo mi hermana me contó que cuando estaba en la universidad, un profesor de literatura se presentó con la lámina que coloqué en el post anterior y preguntó a los estudiantes que veían. Algunos dijeron que veían un sombrero y otros simplemente no sabían que estaban viendo. Mi hermana levantó la mano y dijo: "Es una boa que se ha tragado un elefante". El profesor se sorprendió mucho, casi se maravilló. Mi hermana le explicó que había leído el libro. No había sido más que eso.

Ayer me dió con revisar viejas lecturas. Recordé que tenía este libro y al ver la figura de la boa, tuve que remontarme a lo que significaba, recordar lo que había leído porque mis ojos no veían mas allá de lo que supuestamente es obvio: "Un sombrero". Lo terrible de ser adultos es como vamos perdiendo la inocencia. La sensibilidad. El como ya no identificamos lo que es esencial. Eso es lo terrible, pero lo difícil, es conservar la capacidad de ver con el corazón, sin dejar de ser con ello más maduros o adultos. Es permanecer en un estado de gracia que a veces resulta insoportable para los demás, por lo cual renunciamos a ello. Todavía es más difícil intentar recuperar aquella inocencia que hemos perdido.